HEITOR VILLA-LOBOS. Nacido el 5 de marzo de 1889, en Río de Janeiro, muerto en la misma ciudad, el 17 de noviembre de 1959. Por lo que se conmemora el 50 aniversario de su muerte.
En gran parte autodidacta, recibió la primera base musical de su padre, quien le permitió estudiar violonchelo, su instrumento predilecto. También aprendió de los cantores populares el arte de improvisar, que practicaría en la guitarra, y la esencia de la música folclórica que recuperaría para su propia música.
Recorrió Brasil escuchando músicas populares y leyendo partituras de los compositores europeos. Su nombre se extendió más allá de la América del Sur y el gobierno brasileño le envío a Europa.
Reside principalmente en París (1923-1930). donde se encontraría con numerosos compositores, entre ellos Varèse que le ofreció su amistad. En París compuso la mayor parte de sus Chôros. De vuelta a Brasil, se consagraría, por una parte a la educación músical y por otra, expresó su fascinación por Bach y por el elemento popular en sus célebres Bachianas brasileiras.
Su enorme producción, con un catálogo que supera el millar de opus, conservó hasta su término el gusto por las arquitecturas clásicas y por una escritura simple, pero eficaz, sin desdeñar, no obstante, la bitonalidad que utilizaría frecuentemente.
En gran parte autodidacta, recibió la primera base musical de su padre, quien le permitió estudiar violonchelo, su instrumento predilecto. También aprendió de los cantores populares el arte de improvisar, que practicaría en la guitarra, y la esencia de la música folclórica que recuperaría para su propia música.
Recorrió Brasil escuchando músicas populares y leyendo partituras de los compositores europeos. Su nombre se extendió más allá de la América del Sur y el gobierno brasileño le envío a Europa.
Reside principalmente en París (1923-1930). donde se encontraría con numerosos compositores, entre ellos Varèse que le ofreció su amistad. En París compuso la mayor parte de sus Chôros. De vuelta a Brasil, se consagraría, por una parte a la educación músical y por otra, expresó su fascinación por Bach y por el elemento popular en sus célebres Bachianas brasileiras.
Su enorme producción, con un catálogo que supera el millar de opus, conservó hasta su término el gusto por las arquitecturas clásicas y por una escritura simple, pero eficaz, sin desdeñar, no obstante, la bitonalidad que utilizaría frecuentemente.
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